Av. Daniel Zamora Trigo son las seis de la tarde, el tráfico es intenso, un joven motociclista circula por la avenida a 70 km por hora, sorteando autos, micros y peatones, con el escape libre… si… con el escape libre. Doña Goya pone sus manos sobre las orejas y grita: ¡¡Señor Bendito… que es este martirio!! Trata de una vecina de 80 años y tiene laberintitis cualquier ruido subido de decibeles como el producido por una motocicleta con el escape libre puede provocar perforación de sus tímpanos y en grados menores desequilibrio postural y cefaleas intensas (dolor fuerte de cabeza).
Esto me puso a pensar en la contaminación acústica en la ciudad de Tarija, la que se da, sin que nadie diga nada. Doña Goya no es la única que sufre de estas dolencias y ataques permanentes en la vía pública. Un eminente gastroenterólogo con el cual caminaba cierto día, en una céntrica esquina (Domingo Paz y Colon), recibió el mismo impacto, atascamiento de vehículos, las ensordecedoras bocinas, el silbato de la policía de tránsito que superaba las bocinas de los autos, fueron suficientes para que el profesional perdiera el equilibrio y sufriera un leve desmayo, para quedar en mis brazos.
Son sólo dos ejemplos de los miles que seguramente se dan durante todos los días en esta ciudad. La contaminación acústica abunda en este campo, bocinas, gritos, silbatos de varitas, motociclistas enloquecidos que de intento quitan el silenciador de los escapes, autos de carrera con el escape libre que circulan por las calles de la ciudad y en avenidas ejercitando sus prácticas para la próxima carrera. Motos tuning con el volumen de sus reproductores que estremecen a cualquier transeúnte, obreros que usan su compactadora manual para preparar el camino al asfaltado de las calles, puestos que se disputan la venta de música callejera con volúmenes enloquecedores, algún carro de publicidad móvil que ya no se hace con bocinas sino con bafles de gran salida de potencia… en fin, faltarían las hojas para nombrar efectos acústicos contaminantes del Medio Ambiente.
CONTAMINACIÓN ACÚSTICA
El término hace referencia al ruido cuando éste se convierte en un sonido molesto que puede producir efectos fisiológicos y psicológicos nocivos para las personas, llegando también a afectar a poblaciones de animales (especialmente de aves). La causa principal de la contaminación acústica es la actividad humana: transporte, construcción de edificios y obras públicas, industria, entre otras.
Los efectos producidos por el ruido pueden ser fisiológicos, como la pérdida de audición o el insomnio y psicológicos, como la irritabilidad exagerada. El ruido viene siendo un problema para la humanidad desde muy antiguo, existiendo referencias escritas sobre este problema ya desde la época de la Roma imperial. Las primeras normas conocidas relativas a la contaminación acústica datan del siglo XV, cuando en la ciudad de Berna prohibieron la circulación de carretas que, por su estado, pudieran producir ruidos excesivos que molestasen a los ciudadanos.
En el siglo XVI, en Zúrich dictaron una norma que prohibía hacer ruidos por la noche para no alterar el descanso de ciudadanos. En la actualidad, cada país desarrolló la legislación específica correspondiente para regular el ruido y los problemas que éste conlleva.
MEDICIÓN
El ruido se mide en decibelios (dB); los equipos de medida más utilizados son los sonómetros. Un informe publicado en 1995 por la Universidad de Estocolmo para la Organización Mundial de la Salud (OMS), considera los 50 dB como el límite superior deseable, si bien las molestias generalizadas en la población ocurren a partir de los 85 dB. Entre 0 y 20 dB considera que el ambiente es silencioso; hasta 60 dB considera que hay poco ruido; entre los 80 y los 100 dB considera que el ambiente es muy ruidoso; y sobrepasando este umbral el ruido es intolerable.
Como ejemplos, valga decir que el sonido ambiente en un bosque sin perturbaciones ajenas a ese medio rara vez alcanza los 20 dB (normalmente encuentran alrededor de 15 dB), sonido que sólo sobrepasa ligeramente en un dormitorio. En una biblioteca o en la sala de estar de una vivienda el ruido oscila entre 30 y 40 dB, mientras que en una oficina típica el ambiente soporta un ruido de unos 65 dB. El ruido del tráfico de una ciudad está en un nivel de unos 85 dB, el de un camión pesado circulando en 90 dB, el de un martillo neumático en una obra en 100 dB, y de un avión despegando entre los 120 y los 130 dB.
El ruido puede clasificarse por su duración, intensidad, regularidad, impacto (rapidez con que eleva la intensidad) o fluctuación, entre otros factores. Existe contaminación acústica natural, como la producida por las erupciones volcánicas, emanaciones violentas de los géiseres, corriente de un río o el ruido de una colonia de aves, entre otros ejemplos.
Existen medidas destinadas a mitigar o disminuir el nivel de inmisión de ruido (el ruido que recibimos) en zonas donde éste es excesivamente alto, por ejemplo en las viviendas cercanas a un aeropuerto. Es el caso de la instalación de dobles ventanas o la colocación de estructuras de hormigón o de metacrilato, o de muros de tierra en zonas próximas a vías de comunicación.
MUNICIPIO
En Tarija existen ordenanzas municipales que limitan el nivel de decibeles que deben usar para la reproducción de música y otras instancias, pero según recuerdo nunca han hecho cumplir las mismas. Es un deber del Gobierno Autónomo Municipal el regular esta situación.
El caso de las motos es el más desesperante, puesto que este vehículo de dos ruedas se ha hecho tan popular en la ciudad y su costo ha bajado tanto que es accesible a varias familias como transporte universitario especialmente. Pero al parecer tiene mucha más vistosidad una motocicleta sin escape, por que llama la atención y puede promover algún encuentro fortuito. Provocando el malestar de personas enfermas que tienen los mismos derechos de aquellas que piensan tener derecho para producir el ruido que provocan.
Las normas de tránsito regulan el uso de escape con silenciador en las motocicletas, y el Organismo Operativo de Transito no hace nada para poder hacer cumplir esta norma, claro, si tienen un silbato que usan indiscriminadamente y con una fuera descomunal, entonces el ruido de las bocinas y los escapes son un algodoncito para ellos. Los coches de carrera tienen una pista donde ejercitar aceleración y desaceleración además de los derrapes de rigor, la ciudad es para respetar las normas.
En nuestra ciudad y en las ciudades del país en su conjunto tenemos ancianos y personas a quienes debemos respetar, cuidar y proteger, aun pensando en nuestros propios hijos que en su momento llegarán a mayores y ancianos debiendo cuidar esta tierra que recibimos en herencia.
Tal vez un pequeño aporte podría ser el inicio del respeto y de la eliminación de la contaminación acústica, podemos hacer algo en nuestra propia casa. Si el volumen del radio o reproductor de CD está demasiado elevado y molesta a alguno de los miembros de la familia, podemos bajarlo. Los gritos en la casa también pueden moderarse. Qué bueno sería dejar de usar petardos, mata suegras y otros explosivos en las marchas y concentraciones como suele suceder. Las palomas de la plaza se lo agradecerían y algunos ancianos de la misma manera.
Y el punto más alto está en los jóvenes motociclistas. Recuerda que dentro de 30 o 40 años serás anciano y según un precepto Bíblico, todo lo que el hombre sembrare eso cosechará. Así que amigo recuerda que hay personas que no soportan los 120 dB de sonido que provoca el escape libre de tu motocicleta y retorna el silenciador a su lugar, porque dentro de esos años quizás inventen algún vehículo más ruidoso y tengas que cosechar lo que estas sembrando en este tiempo.
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