Jorgito de 9 años está rebuscando en el contenedor de basura de la Entidad Municipal de Aseo de Tarija (EMAT) ubicado en la parte baja del Mercado Campesino, casi colindante con la calle Enrique Pantoja. Como es pequeño, tiene casi medio cuerpo adentro de este maloliente cubículo… hasta que cae dentro de él. Espero que salga rápidamente y no lo hace, pienso que se golpeó algo y puede estar mal. Me acerco apresurado para verlo, lo encuentro mucho más cómodo, de pie y ágilmente hurgando los restos de fruta, comida y otras hortalizas. Tiene guardadas dos manzanas más o menos en buen estado en su regazo. La pregunta es directa… ¿Estás bien muchacho?… me mira asustado y protege con los brazos su botín… y… a usted… ¿Qué le importa?… El ambiente es insoportable, olores de cebolla, tomate, naranja, lechuga, locoto, papa, rábano y manzanas (obviando mencionar los pañales usados) podridas, provocan naúseas al más pintado y una borrachera vegetal por la fusión de gases y líquidos que pueden derribar a un niño y a un adulto normal.
Pero Jorgito no es normal, es un niño desamparado e indigente que logra rescatar tres manzanas y dos naranjas, con las manos descubiertas, viste un buzo roto, una polera “American Boy” y chinelas demasiado grandes para sus pies. Es jueves 15 de julio, la temperatura a las once de la mañana en el Mercado Campesino es de 17º C, con una sensación térmica de 14 grados al Sol.
Demasiado pequeño para la edad que tiene. Los cabellos rojos, ensortijados y sucios, cubren un cráneo bien definido, tiene cejas abundantes y casi juntas, las pestañas también pelirrojas revueltas protegen un par de ojos plomos de mirada huidiza y nunca quieta, tiene la nariz respingada y los pómulos sobresalidos, salpicados por pecas más oscuras que su piel blanca, ensuciada por la vida y los basureros.
No es accesible al diálogo, hasta que saco una manzana en buen estado, de la bolsa y algunas golosinas del bolsillo, se acerca con desconfianza y después de recibir la manzana y galletas con crema, se siente más seguro, abriéndose a la conversación de a poco, lo saco de los sobacos del contenedor de basura, es muy liviano…
• ¿Cómo te llamas?
• Jorgito
• ¿Jorgito qué?…
• ¿Jahhh?…
• Digo… cuál es tu apellido
• No sé
• Mirá tu mano está sangrando, se te puede infectar (se cortó dentro del contenedor)
• No… no se me infecta nada siempre me corto cuando busco en la basura, porque echan vidrios en la basura o latas filosas.
• ¿Con quién vives?
• Con una tía… bueno… dice que es mi tía…
• ¿Vas a la escuela?
• No
• ¿Donde almuerzas?
• Donde me regalan comida, a veces lavo platos para las señoras y me dan comida
• ¿Donde duermes?
• En la casa de mi tía cuando llego a tiempo, otras veces donde me agarra el sueño, en la calle, en la casa de alguna señora, otras veces en la Iglesia Evangélica o a veces en la policía.
• ¿Por qué estas hurgando la basura?
• Porque tengo hambre y éstas manzanas, están bien nomás…
ENTIERRO
Hace algunos meses en titulares, los medios de prensa escritos de la ciudad de Tarija registraron la destrucción o entierro de manzana ingresada por contrabando a la ciudad de Tarija en una cantidad de 740 kilos contenida en 37 cajas, proveniente de la República Argentina.
Comparación, las dos imágenes en secuencias similares, Jorgito rebuscando el basurero a las once de la mañana y las autoridades de la Aduana Nacional y el SENASAG, destruyendo el mismo momento 740 kilos de manzana en buen estado, enterrándola en el botadero municipal. Un niño que tiene hambre y varias autoridades que entierran fruta que podría saciar a Jorgito y quién sabe a cientos (¿o miles?) de niños que están en ésta misma situación, otros albergados en hogares de instituciones que cuidan de ellos.
Las dos imágenes pasan en secuencias de cámara lenta en mi mente, un niño cortándose la mano al hurgar un basurero en busca de una manzana, y dos instituciones destruyendo el alimento que él busca primero.
La explicación señala que se destruyó el producto porque no contaba con la documentación de internación de Aduana y tampoco la certificación del SENASAG. ¿Estaban en buenas condiciones las manzanas?… ¡¡claro que sí!!, se veían apetecibles.
Las manzanas se destruyeron o enterraron porque no tenían certificación del SENASAG “Como para que se considere apto para el consumo humano. Allí estaba el SENASAG, en la destrucción o entierro. Si se trata de una certificación de esta institución, ¿No podía haberlo hecho la misma, para que esos 740 kilos de manzana sean distribuidas entre los hogares y niños que tienen hambre en calles, mercados y escuelas? Seguro que se debe seguir un proceso, la manzana podía esperar, no es un alimento perecedero en poco tiempo. Para eso están los técnicos ¿no?
Ahora, Aduanas argumentó que no se contaba con la documentación de internación correspondiente. Sin la intención de ensuciar… ¿Cuántos automóviles, televisores, heladeras, lavadoras, computadoras, zapatillas coreanas, ropa y otros objetos que mueven muchos dólares de los potentados o contrabandistas de cuello blanco que no tienen documentación resultan teniéndola “milagrosamente” y no se los entierra en el relleno sanitario de Pampa Galana?
Claro, se trata de manzanas con un valor no muy apreciable para intereses “mayoristas” y se debe hacer el Show correspondiente. ¡¡Que mejor!!, convocar a la prensa para difundir la “rectitud” de autoridades que controlan ésta área. Manzanas enterradas cajas y todo. Quien sabe de acá a un año, alguna planta de manzana logre vencer el entierro sanitario y lance una yema de brote que se convertirá en mudo testigo de una estupidez. Y los niños de la zona puedan arrancar gratuitamente manzanas del árbol que puede prosperar si los “virtuosos” lo dejan crecer.
DIVAGACIONES
En estas confusiones andaba, sentado en una piedra con Jorgito a mi lado, mirando comedores inmensos donde miles de niños tenían comida y manzanas para comer en abundancia. Autoridades contentas porque la pobreza de ésta ciudad empezó a desaparecer. Jorgito ya es Jorge, tiene un apellido es Jorge Valiente. Una esposa a su lado y dirige una de las mesas donde los niños lavados y con ropa limpia se sientan a la mesa para servirse un almuerzo.
A su lado están tres niños que son sus hijos, a los cuales les explica los desdenes de la vida y la dureza de los hombres. Con palabras firmes, está muy bien cambiado, la ropa con fragancia a limpio, los ensortijados cabellos pelirrojos muy bien peinados, las manos callosas pero firmes, la mirada directa y la voz enérgica para controlar a los niños del comedor.
Se acerca para darme la mano, es áspera, pequeña y fría, me vuelvo para verlo y recién despierto, estoy sentado en una piedra con Jorgito a mi lado, me mira con asombro, sus ojos plomos son más grandes de lo que percibí anteriormente y sus pestañas los hacen crecer aún más….
• Señor… señor… ¿Por qué esta llorando?……
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