En las últimas horas el gobernador interino despidió intempestivamente a José Luis Ferreira, directamente, sin mediar un sólo motivo que haya puesto la decisión en materia de entendimiento mutuo, entre pueblos indígenas y gobernación, decisión que no es compartida ni aceptada por la Asamblea de Pueblos Indígenas del Chaco. Subjetivamente el despido se da, después que su hermano Vicente Ferreira ataco duramente a los asambleístas del MAS luego de la elección de Justino Zambrana Cachari como presidente de la Asamblea Legislativa Departamental.
La ex autoridad dice que se trata de un acto de venganza contra el indígena que está designado en ese cargo en coordinación con el consejo de Capitanes de los Pueblos Indígenas de Tarija. Dura decisión asumida directamente por el gobernador interino Lino Condori Aramayo, que no puede responder al requerimiento del diario Andaluz por no tener contacto telefónico habilitado.
A más de esto. Lo que debemos considerar es lo que día a día criticamos en las líneas de este espacio, la venganza política en este caso que no da lugar a escondidas posturas de esconder una determinación netamente política. La presión para que uno de los asambleístas pueda volcar su voto en este proceso para que el MAS pueda tener la razón primeramente y la presidencia de la Asamblea Legislativa Departamental después.
Para nadie queda escondido el proceso, aunque nadie quiera decirlo con esta simpleza con que vemos la acción.
Un precepto bíblico dice “DIOS NO PUEDE SER BURLADO, TODO LO QUE EL HOMBRE SEMBRARE, ESO COSECHARÁ” y considerando que el Todopoderoso no hace acepción de personas, la sentencia, tarda pero llega.
Esto debe ponernos a pensar que la lógica no es la separación, la división ni el enfrentamiento, mucho menos la venganza, porque ésta, resta, si poner la mano y el hombro para que se pueda llevar adelante una gestión respetando los usos y costumbres de los pueblos indígenas como reza la Constitución Política del Estado aprobada y puesta en marcha por el mismo partido en función de gobierno, desde el cuartel de la Calancha en la ciudad de Sucre.
La venganza y el odio, además del racismo y la discriminación provocan acciones como las de Chuquisaca, como las de Pando, como las del mercado Campesino en Tarija allá por el 2008. Imágenes que no queremos volver a observar ni registrar.
Pero la terquedad y la soberbia de nuestros dirigentes políticos, parece estarnos empujando peligrosamente a repetir estas acciones o en su caso a asumir posturas beligerantes que nos muestran como un pueblo desalmado que no tiene respeto mínimo por su prójimo, vista el color político que vista.
Es hora de romper con las murallas que nos están separando y para eso solamente necesitamos bajarnos del pedestal en el que nos encontramos o dejar la trinchera de guerra que hemos fabricado con nuestros temores, envidias, odios y rebeliones.
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