El 18 de enero de 1945, el poder ejecutivo promulgó una ley contra el anonimato en la prensa, a base del proyecto presentado en el Parlamento por el representante nacional don Franz Tamayo. Dicha disposición tuvo desigual acogida en el ambiente periodístico del país y dio lugar a acaloradas controversias. En el ínterin causó sorpresa el criterio expresado en el seno de la Asociación de Periodistas de La Paz, cuyos miembros Juan Cabrera García, Ángel Salas y León M. Loza, opinaron que esa ley traería efectos moralizadores y que eran necesarios en el medio social.
En tal eventualidad LOS TIEMPOS de Cochabamba, en su columna “Apostillas” que sustituía, temporalmente, al comentario editorial registró una información del periodista Juan Antonio Barrenechea, revelando que, efectivamente, el proyecto de la mencionada ley, había sido concebido por don Franz Tamayo cuando éste desempeñaba la cartera de Relaciones Exteriores durante el gobierno del doctor Daniel Salamanca y solicitó acogida para sus artículos en las columnas de LA RAZÓN de La Paz, habiendo sido publicados como si fueran de la redacción. El suelto de LOS TIEMPOS, con la denominación de “Tamayo el Tonante”, decía:
“Esto demuestra que el inefable don Franz, hijo unigénito de los dioses del Olimpo, olvidó muy pronto que el periodismo boliviano con los defectos y deficiencias propios de nuestro medio ambiente, sirve a veces para enjuiciar asuntos de importancia nacional, sin exigir la firma del autor de los artículos periodísticos. Si aquellas producciones hubieran sido escritas por el Canciller Tamayo, se comprende que su significación ante la conciencia ciudadana habría sido menor que insertándose como opiniones o comentarios espontáneos de un diario.
Conocido el origen de dichos artículos, el lector les habría atribuido a ellos la relativa importancia de reflejar el criterio personal del señor ministro en el simple interés de defender una causa política del gobierno de entonces. Se ve, pues que el criterio del señor Tamayo, cuando escribía artículos periodísticos sin firma, era distinto al que sostiene hoy sobre el anonimato de la prensa. Los periodistas que hemos impugnado ésta ley absurda, que solo constituye un brote de megalomanía de su autor, acata sumisamente por la mayoría de la convención, creemos que será modificada en su reglamentación, de acuerdo a las sugerencias que se han hecho conocer desde las columnas de casi todos los diarios de Bolivia
En el ínterin y a partir del 20 de enero, por instrucciones recibidas de las autoridades superiores, se comenzó a registrar la firma del periodista autor de toda crónica o articulo referente a la cosa pública o a las personas”.
Sé el primero en comentar en «Historia del periodismo boliviano: Ley contra el anonimato en la prensa»