Es verdad, «que en las crisis se mide la talla de los líderes, pero también la voluntad de los pueblos» , dicen algunos luchadores. No cabe duda que los liderazgos se miden por la capacidad de unir corrientes, líneas e ideas, se los conoce por sus hechos no por sus palabras, por su apego a la ética, moral, al trabajo, por el respeto a las leyes, va también para la construcción de nuevos liderazgos.
Este último tiempo aciago, nos muestra una lucha de intereses entre el viejo y el nuevo oficialismo. No cabe duda que la corrupción estatal, los vicios autoritarios y la incapacidad heredada y practicada sin escrúpulos en éste gobierno de la Presidente Jeanine Áñez, representan la Bolivia del pasado inmediato que el pueblo derrotó.
La transición democrática, fue torpedeada por la misma, la candidata /presidente y el país se estrelló en un mar de contradicciones, de desazón; se hizo añicos la esperanza de los Ciudadanos, parece que el remedio resultó igual o peor que la enfermedad.
Pero el MAS se aprovecha de la situación de caos y es el principal causante de este estado de situación, es un problema no es una solución, siempre guarda una ficha perversa para minar el camino de la unidad entre bolivianos, unidad necesaria para construir un país con desarrollo cierto y bienestar para todos, es muy difícil pensar que con esas características se pueda construir una sociedad en paz, con justicia social, garantizando la libertad y cimentar la democracia. En 14 años nunca lo hicieron.
Es falso ese discurso de primero la salud antes que las elecciones, quienes buscan aquello, nuevamente enfrentan entre ciudadanos, sembrando dudas en el imaginario social, crear incertidumbre, desesperanza y temor. No representan a nada más que a sus intereses.
Hay que saber primero que una situación de crisis es una oportunidad para corregir los errores, pues, no necesariamente deriva en un desastre, sin embargo, exige redoblar esfuerzos y redefinir roles y prioridades. Un acuerdo para celebrar las elecciones con total seguridad y protección de la salud en el último cuatrimestre del año, se hace ya imprescindible.
Bolivia necesita una agenda común entre bolivianos para superar el problema del Coronavirus, que ponga al pueblo y los ciudadanos por encima de todo interés; que asegure la unidad y garantice la transición democrática respetando los tiempos, que imponen las reglas de juego; que coloque los cimientos de la reconstrucción democrática del país, mientras se atienden las necesidades de la población en plena pandemia. En política, el voluntarismo no lleva a ninguna parte, solo si se cuenta con un líder con inteligencia, generosidad, valor y sabiduría.
El estado boliviano, el gobierno tiene la obligación constitucional de garantizar un buen proceso electoral. Debe trabajar para aplanar la curva de crecimiento exponencial de la pandemia, recuperar a los infectados. Esas son tareas centrales.
Reforzar los sistemas de prevención promoción, control, tratamiento y vigilancia epidemiológica; tomar decisiones certeras en un marco de excepcionalidad con oportunidad, rapidez, eficiencia, eficacia, responsabilidad y un buen conocimiento de los diferentes escenarios que se presentan en todo el país y las experiencias fundamentales de otros países que supieron vencer los desafíos del Coronavirus.Es tarea y responsabilidad de cada uno de los bolivianos, marchar hacia un verdadero estado de derecho, evitando un quiebre institución y un regreso a otros 14 años de oscurantismo y abuso de poder.
ROBERTO MÁRQUEZ
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