(Por Javier Vega)
Hace pocos días, la revista brasileña Veja, hizo una publicación que levantó revuelo no sólo en nuestro país sino en muchos otros en el ámbito internacional.
“Bolivia, La Republica da Cocaína” tituló la revista esta publicación donde se acusa a un alto dignatario del Gobierno de Evo Morales, de tener vínculos con un narcotraficante brasilero.
Más allá de que esta acusación sea verídica o no, quiero referirme en esta ocasión, a la connotación de la frase utilizada, puesto que tengo la impresión de que mucha gente no entendió el contexto y tomó esta publicación como una ofensa a todos los bolivianos.
En este sentido, lo primero que debemos hacer, es contextualizar la situación:
A Brasil, no obstante la gran cantidad de pobres que todavía existen en ese país, se lo considera en el grupo de los «emergentes» que quiere decir que cuya población está pasando a contar con ingresos que por lo menos no están entre los más pobres del planeta.
Hago esta puntualización, porque la frase ”republica bananera”, es un cliché (lugar común, idea o expresión demasiado repetida o formularia) utilizado en los países industrializados desde hace unas décadas atrás para explicar de manera caricaturesca, el fenómeno de pequeñas repúblicas pobres, mono productoras, (muchas de ellas cuya única producción era la producción de bananas), donde mandaban los dictadores de toda clase (militares de derecha y populistas de izquierda), que se sucedían regularmente a causas de golpes de estado periódicos, donde los países podían declararse la guerra a causa de un partido de fútbol, los certámenes de belleza eran arreglados públicamente y donde las estrellas del deporte, de la canción la farándula eran los principales candidatos en elecciones que casi nunca se llegaban a realizar o si lo hacían eran anuladas por denuncias de fraude lo que era motivo de otro golpe de estado más. En resumen, estas pequeñas y pobres repúblicas carecían de todo lo que tienen los países desarrollados: economía sólida, industrias, seguridad jurídica, institucionalidad democrática y sobre todo, una población bien educada.
A estas alturas, mucha gente reconocerá estas características como propias de nuestro país, de algunos otros de America Central y los países de población de raza negra de África.
Si bien esta formulación tiene una intención peyorativa, no deja de reflejar la realidad de nuestros países.
Ciertamente, con el advenimiento de la democracia en la mayoría de nuestras “repúblicas bananeras”, la cosa está cambiando, lenta pero esperanzadoramente.
Lastimosamente no es el caso de nuestro país, que de “república bananera” ha pasado a ser lo que precisamente la revista brasileña denuncia: una república de narcotráfico sobre lo que no voy a abundar en explicaciones, puesto que los bolivianos que vivimos en el país, sabemos de sobra que por políticas del actual líder cocalero y Presidente de nuestro país, la producción ilegal de coca se ha multiplicado, (por lo tanto la producción de cocaína y sus sub productos); la presencia de carteles o por lo menos de grupos de narcotraficantes de países como Mexico y Colombia ha sido detectada por las propias instancias de Seguridad del Estado y finalmente la incautación de fábricas y cocaína ha aumentado sostenidamente, lo que confirma que la producción del narcótráfico también lo ha hecho. Y por si esto fuera poco, han sido numerosos los casos de funcionarios de Gobierno (entre ellos un ex jefe de narcotráfico), familiares de estos y hasta personajes folclóricos allegados al Partido de Gobierno (recuérdese al amauta narcotraficante) se han visto involucrados en temas de narcotráfico, lo que justifica la percepción de la revista Veja, de que de alguna manera, la producción ilegal de coca y el narcotráfico ocupan un lugar importante en las estructuras económicas y sociales de Bolivia.
Este es el fondo de la explicación de la publicación de la revista Veja, que repito, muchos han interpretado como una ofensa a todo el pueblo boliviano, cuando lo que trata de describir la revista, es una situación anómala y peligrosa con rasgos grotescamente caricaturescos que al igual que en las repúblicas bananeras, ahora se han ”institucionalizado” y son parte activa de una sociedad que también afecta a nuestro vecino y no de manera aislada, sino de forma directa, puesto que Bolivia es la principal entrada de cocaína a ese país y como todos sabemos, el narcotráfico es una de las principales amenazas para los países cuyas poblaciones adquieren cierto nivel de ingresos.
La revista Veja no se equivoca: La “república bananera” de Bolivia ha desaparecido para dar paso a algo igual de caricaturesco pero mucho más tenebroso y peligroso: el “Estado Plurinacional da Cocaína”.
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